No es aconsejable utilizar calzado nuevo, ya que es probable que se produzcan abrasiones y ampollas.

Por el contrario, el calzado debe haber sido utilizado anteriormente y el pie debe estar acostumbrado a llevarlo. El calzado debe ajustarse bien al pie, sujetarlo sin presionarlo, tener cierta flexibilidad y ser ligero, impermeable y transpirable.

Las mejores son las botas de senderismo o de montaña, preferiblemente con suela dura, y no deben tener un tacón demasiado blando o acolchado, que podría favorecer las lesiones.

Es bueno elegir un calzado que bloquee el pie para evitar lesiones en el tobillo.

Es importante elegir unas botas que tengan la caña rebajada en la parte trasera.

Si se elige la temporada de verano, también se puede utilizar calzado deportivo para reducir el calor.

Es fundamental utilizar calcetines adecuados: preferiblemente de algodón y sin costuras. Si usas botas, ponte otro par de calcetines de lana. Manténgalos siempre limpios. Además, usa sandalias, pantuflas o chanclas de dedo para relajarte y refrescar tus pies cuando descanses.