Cuidado de los pies

Cuidado de los pies

El cuidado de los pies es fundamental para los peregrinos, por lo que hay que dedicarle mucha atención. Hay que mantener una actitud preventiva: aplicar vaselina a diario antes de emprender el viaje para evitar la aparición de ampollas. Lávalos a menudo y masajéalos con una crema antifatiga para refrescarlos. Las zonas más sensibles y susceptibles de sufrir daños son las plantas de los pies, los talones y los espacios interdigitales.

Para evitar que se produzcan hematomas, presta atención a los calcetines, que deben ser preferiblemente de algodón y sin costuras. Si utilizas botas de montaña, puedes ponerte otro par de calcetines de lana además de los de algodón. Es muy importante mantener esta ropa limpia y lavarla con frecuencia en la medida de lo posible.

Hay que tener en cuenta que las características de la etapa o las condiciones climáticas hacen que a veces sea necesario aliviar el cansancio y la tensión en las extremidades inferiores, especialmente en los pies. Por ello, puede aprovechar las breves pausas (no más de 5-10 minutos) para desatarse los zapatos y descansar con los pies en alto, o refrescarse los pies en fuentes o arroyos en los que lavarlos. Pero si es importante refrescar los pies, aún lo es más secarlos cuidadosamente, preferiblemente al aire, ya que el exceso de humedad puede provocar la aparición de micosis, una colonización de hongos comúnmente conocida como «pie de atleta».

En el tratamiento de los pies ampollados, es fundamental no retirar nunca la piel, ya que ésta servirá de protección y ayudará a la curación y regeneración de la zona debilitada. Debe estar equipado con jeringas hipodérmicas, con las que pinchará las ampollas en uno o dos lugares para favorecer el drenaje completo. Una vez drenada, se colocará un vendaje de gel de un tamaño adaptado al de la ampolla y un esparadrapo sobre ella. Estos tratamientos deben retirarse antes de lavar los pies. Una vez que los pies estén secos, puedes aplicar un nuevo vendaje. También repetirá el tratamiento al día siguiente antes de volver a caminar. Si la ampolla se vuelve a formar, pínchela de nuevo para extraer el líquido. Como alternativa, para conseguir el mismo efecto, puedes utilizar de forma más espartana una aguja esterilizada al fuego y un hilo para perforar la vejiga de lado a lado, dejando los dos extremos en el exterior durante la noche, y luego retirar el hilo por la mañana, desinfectando todo antes de volver a empezar.

Si aparecen grietas entre los dedos de los pies, que a veces pueden producir picor y dolor, probablemente se trate de la mencionada micosis. Una higiene correcta y un secado meticuloso son esenciales para tratarla. También se debe consultar a un farmacéutico, que recomendará el uso de medicamentos antimicóticos con un nebulizador o un spray. No se recomienda el uso de pomadas o cremas para este caso, ya que podrían humedecer más la zona y favorecer la proliferación de hongos, empeorando sustancialmente el problema. La operación debe repetirse después de cada lavado, antes de empezar la jornada y al final de la misma.

Así que no olvides un pequeño botiquín con todo lo necesario para cuidar tus pies y proteger tu piel (ver la sección correspondiente).

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